Ganadería extensiva y silvicultura preventiva: algo más que una mirada al pasado

El vaciado rural ha traído consigo la pérdida de servicios culturales esenciales para el mantenimiento de la integridad y la resiliencia ecológica de la práctica totalidad de los ecosistemas, como son el conocimiento ecológico local o la identidad cultural y sentido de pertenencia. La desaparición de los modelos tradicionales de gestión ligados a estos servicios pone en peligro la conservación de buena parte de la biodiversidad y de los servicios que brindan a la sociedad los ecosistemas. Hay que tener en cuenta que los ecosistemas españoles son el resultado de la coevolución secular, incluso milenaria, de sus características biofísicas y culturales, de manera que su valor de conservación está estrechamente ligado a sus modelos tradicionales de explotación agro-silvo-pastoral.

El recrudecimiento de los incendios forestales en el mediodía francés durante los años 80 del pasado siglo provocó una profunda revisión de su política regional de prevención de incendios. Se notaban ya los efectos del abandono rural, en combinación con la dinámica de sucesión secundaria que le seguía: erialización de las tierras de labor, perdida de muchos pastos y matorralización de montes. Al igual que en los países del entorno, su política de prevención se centró en el acondicionamiento de áreas cortafuegos, que buscaban romper la continuidad de la masa forestal, obstaculizar y canalizar la posible progresión del fuego y limitar con ello los riesgos de incendios catastróficos. Pero, en su propósito de reducir el combustible en estas zonas de prevención pasiva, fueron singularmente innovadores al volver la mirada hacia actividades agrícolas y ganaderas que pudieran colaborar a los objetivos perseguidos (Rigolot y Costa, 2000). Se articularon, así, un conjunto de medidas y mecanismos destinados a promover la participación activa de la población rural en la protección del monte y muchas áreas cortafuegos se abrieron al aprovechamiento pastoral. Paralelamente, se fortalecieron las expectativas de rentabilidad de las explotaciones con retribuciones por este servicio de pastoreo.

Hasta finales de los 90 estos programas de silvicultura preventiva con ganado se desarrollaron en Francia bajo supervisión científica (Etienne, 1996; Etienne et al. 1996; Rigolot y Etienne, 1996; Thavaud, 2009; Vallete et al.1993), en el marco de su red de áreas cortafuegos (Réseau de Coupures de Combustible, RCC), integrada en el programa DFCI (Défense de la Foret Contre les Incendies). Las primeras fases experimentales demostraron enseguida que el ganado bien manejado resultaba eficaz en el control de la vegetación, además de presentar favorables diferencias de costo respecto a los procedimientos mecánicos. De modo que, en términos de oportunidad -resume sencillamente el informe RCC-11 (1)- para los forestales se trataba de buscar los medios para mantener sus dispositivos DFCI al menor coste posible y para los ganaderos adaptarse a los nuevos condicionantes económicos de la PAC. Para éstos, además, subraya el informe (1), esta «prestación de servicios» no sólo les garantizaba una remuneración complementaria (cercana a la tercera parte de la ayuda total que recibían) y el acceso a superficies forestales habitualmente excluidas al uso pascícola, sino que les confería un renovado reconocimiento social.

Este conjunto de intereses recíprocos condujo enseguida a medidas de financiación específicas, cuya forma inicial fue una temprana medida agroambiental aplicada en Francia al amparo del Artículo 19 del Reglamento CEE 797/85. Posteriormente, tras la aprobación del Reglamento Europeo 2078/92, se crearon en 1993 las llamadas Operaciones Locales Agroambientales (OLAMA), que permitieron un importante desarrollo de la gestión silvopastoral preventiva en la fachada mediterránea francesa. En el año 2000, esta línea de financiación se integraría en los Contratos Territoriales de Explotación (CTE), y más adelante, comenzaría a diluirse en otras formas de remuneración como la prima herbácea agroambiental (2002) y los contratos de agricultura sostenible (a partir de 2003). Pero no todo fueron luces, y el informe RCC-11 advierte de cómo esta línea de financiación derivó en una multiplicidad de trámites administrativos cada vez más engorrosos y más centrados en los pormenores burocráticos que en su verdadero objetivo: la evaluación de las repercusiones preventivas y medioambientales perseguidas. Así, en su redacción final (junio 2006) el informe urge a la reconducción de esta situación, con dispositivos agroambientales pertinentes y operativos, objetivos claros, medidas específicas para alcanzarlos y sistemas de control y seguimiento bien concebidos.

Traslado a España de la iniciativa francesa

Dos de los autores del presente artículo se formaron profesionalmente en las vertientes científicas de estos programas franceses y, a su regreso a España, comunicaron a la Sociedad Española para el Estudio de los Pastos (SEEP) el gran interés que (entendían) ofrecían los ejemplos franceses para el contexto mediterráneo ibérico (González Rebollar et al., 1999). Nuestra trayectoria en el estudio de los pastos del sudeste ibérico y las investigaciones y proyectos de alguno de nosotros sobre silvicultura mediterránea es lo que nos ha llevado a interesarnos por el programa DFCI de Francia -decían los autores en su ponencia (González Rebollar et al, 1999), pues –como enfatizan en ella- esta propuesta, en favor de la recuperación de los usos silvopastorales del monte (connaturales de la silvicultura mediterránea) asentaba sus fundamentos científicos 15 años antes, con la creación en el CSIC (2) de la línea de Pastos y Sistemas Silvopastorales Mediterráneos: un esfuerzo de contribución al conocimiento, investigación metodológica, y trasferencia que ha necesitado transitar durante décadas un camino lleno de lagunas de información, con un alto coste por su proyección sobre recursos altamente subestimados (los pastos leñosos del sudeste español), en un ámbito de conocimiento fronterizo entre las ciencias agrarias y las de los recursos naturales, muy desasistido de herramientas de evaluación y diagnóstico, que determinó importantes esfuerzos de investigación metodológica, pero –sobre todo- centrado en la investigación de una práctica rural que es exponente extremo de multitud de desencuentros entre la población rural y las políticas forestales, medioambientales y de conservación; amén de ocupar uno de los espacios en sombra de los credencialismos científicos de moda.

Las primeras aportaciones científicas de la línea de investigación sobre Pastos y Sistemas Silvopastorales Mediterráneos tuvieron lugar en un marco conceptual muy diferente del que –años más tarde- la llevaría al programa francés RCC-DFCI, pero ya muy favorable a la reflexión sobre el papel de los ganados y el pastoreo en la gestión del monte mediterráneo. Nos estamos refiriendo a que, tras su creación (2), la línea se incorpora al proyecto LUCDEME (Lucha Contra la Desertificación del Mediterráneo) (3).

En dicha fase inicial, las investigaciones tenían el propósito de contribuir al conocimiento de los recursos pascícolas del sudeste ibérico, proporcionar un primer catálogo sobre las especies forrajeras, analizar su valor nutritivo y, en base a estos datos, calcular la receptividad ganadera o capacidad sustentadora de dichos recursos. Las áreas y ganaderías elegidas para ello abarcaron una muestra muy representativa de los pastos y sistemas silvopastorales del sudeste español, con zonas piloto establecidas en la Sierra de los Filabres (130 ha) y Sierra Nevada (1.482 ha). Las investigaciones llevadas a cabo en estas dos zonas dieron lugar a sendas tesis doctorales (Robles, 1990; Fernández, 1995) que constituyeron el primer banco de datos de las forrajeras del sudeste y ofrecieron las primeras herramientas metodológicas, multiescala, desarrolladas para evaluar la oferta y receptividad de estos pastos.

Así, la línea de trabajo no tardó en comprometerse con una dualidad bien concreta: 1) en sus aspectos de I+D, mantener y consolidar las investigaciones sobre los recursos, sistemas y metodologías que fueron su razón de ser; y 2) en su vertiente de transferencia, desarrollar y emplear las herramientas metodológicas propias para llevar a cabo la evaluación silvopastoral de varios agrosistemas de montaña y espacios protegidos de Andalucía. Así, entre 1991 y 2006, se catalogaron, cartografiaron y evaluaron los pastos del Parque Natural de la Sierra de Castril (12.137 ha), el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar (34.000 ha), y el Parque Nacional de Sierra Nevada (86.200 ha) (4).

Pero no es posible dedicar tantos años a la investigación de campo sin darse de bruces con realidades muy concretas. Y así, si bien las hipótesis iniciales predisponían en 1988 a un diagnóstico fácil sobre el efecto de la ganadería extensiva en la desertificación del Sudeste, los resultados empezaron pronto a documentar otras cosas. Por ejemplo, la primera tesis doctoral que cimentó la línea de investigación (Robles, 1990) arrojó en su zona piloto (Los Pajares, Sierra de los Filabres, Almería) un catálogo de 296 especies vegetales en apenas 130 ha, con una mezcla casi paritaria entre ruderal-arvenses (5)(59 %) y seriales (6)(41 %).

Si en 1988 no hubiesen sido tan perceptibles todavía en el paisaje las huellas de su pasado cerealista (bancales y balates), ni hubiésemos podido disponer de fotos áreas con las que estudiar retrospectivamente los cambios de usos, esta mezcla de plantas ruderal-arvenses y seriales hubiera bastado para informarnos, tanto del pasado agrícola que documentaban las primeras, como de la recuperación de la cubierta vegetal que se estaba produciendo a cargo de las segundas. El territorio estaba, pues, recuperando su cubierta vegetal natural y las fotos permitían precisar que el abandono cerealista se había producido en algún momento entre los años 1956 y 1977. Lo que no esperábamos era que dicha recuperación hubiese coincidido con un cambio de uso en favor del pastoreo, ni que de las 52 especies de plantas forrajeras que documentaba el estudios, la mayoría (65%) fueran especies seriales; y mucho menos aún, esperábamos, que los índices de diversidad alcanzaran en algunos pastos cifras de más de 4 bits. Estábamos –en definitiva- en un entorno altamente humanizado, pero los indicadores de riqueza florística, recuperación de la cubierta vegetal y niveles de diversidad, lo hacían poco conciliable con las hipótesis de degradación que habían determinado su elección como «zona piloto» del proyecto LUCDEME. Las evidencias sobre muchas interacciones planta-herbívoro-pasto-gestión, aparecieron también enseguida.

Los albaidares componen usualmente un paisaje masivo de matorrales, mitigando los riesgos de erosión

Los albaidares son formaciones muy familiares al visitante de las tierras bajas de la Sierra de los Filabres, en Almería. Comunes en otras tierras mediterráneas del sur y, sobre todo, sudeste peninsular, alcanzan Cataluña, sur de Francia y norte de África, componiendo un paisaje usualmente masivo, dominado por Anthyllis cytisoides: una leguminosa que contienen casi todos los elementos a los que aspira cualquier programa de restauración vegetal de estas tierras semiáridas «nevado-filábrides»: especie frugal, pionera, cundidora y colonizadora de suelos pobres de escaso desarrollo (aquí sobre esquistos y filitas), planta mejorante de tierras abandonadas por la agricultura de supervivencia, con gran capacidad de protección del suelo frente a la erosión, notable aportación de materia orgánica al mismo, capacidad de rebrote tras el fuego, e interesante aprovechamiento ganadero (Boza et al. 1988; Robles, 1990; Robles et al. 1993, 1995)

Los albaidares mostraron su presencia dominante en muchos de los muestreos, inventarios y evaluaciones de los primeros estudios llevados a cabo en Los Pajares (Benizalón, Almería), «zona piloto» del proyecto LUCDEME. En ellos, Robles (1990) ya advierte que el predominio del albaidar parece resultado del uso repetitivo del terreno por el hombre en los últimos tiempos, mediante el desarrollo de practicas agrícolas y ganaderas reiterativas, destacando como muy notable la convicción conservacionista del ganadero, que le lleva a no sobredimensionar el número de cabezas de ganado, a complementar la dieta de los animales con concentrados en la épocas de mayor escasez, y a trasladarlo por unos días, a otra finca de su propiedad, en la parte norte del mismo municipio.

La observación de ese traslado a otra finca, que la autora incluye (como de pasada) en sus consideraciones sobre la convicción conservacionista del ganadero (Robles, 1990), no tardaría en resultar perspicaz y relevante de cara a los nuevos planteamientos de la línea de trabajo, pues Anthyllis cytisoides no tardó en aparecer «espontáneamente» en esa otra finca (nunca antes pastoreada). En 1997, miembros del equipo dejarían dilucidada dicha «espontaneidad» (Ibáñez y Passera, 1997), abriendo lo que todavía hoy sigue siendo uno de los aspectos centrales de nuestra línea de investigación: las interacciones pasto-herbívoro (Robles et al. 2005; Ramos et al. 2006a y 2006b). Simplemente, Anthyllis cytisoides resultó ser una especie fácilmente propagada por el ganado.

Es decir, una investigación que se inicia en 1988, en una zona pastoreada de la Sierra de los Filabres, elegida como zona piloto de un estudio de «degradación», muestra en pocos años evidencias objetivas (8) de recuperación de la cubierta vegetal hacia estadios de mayor diversidad florística, con una notable presencia de leguminosas (44 especies) (9) mejorantes del suelo. Si nos hubiésemos interrogado en el año 1988 –como hacemos hoy día – sobre alternativas sostenibles de restauración que colaboraran a los objetivos de desarrollo rural, conservación de los recursos naturales, o fomento de la biodiversidad, es posible que no hubiésemos encontrado un ejemplo mejor. Llegarían otros, a mayor escala, pero no siempre tan buenos, ni en la misma dirección.

En 1995 se completaría el estudio de una nueva zona piloto del proyecto LUCDEME: una zona de 1.482 ha, emplazada en las estribaciones orientales de Sierra Nevada (Bonaya, Laujar de Andarax, Almería). A diferencia de la pequeña zona de Filabres, que permitió disponer de los primeros datos sobre los recursos forrajeros naturales del sudeste y poner a punto las metodologías de evaluación en campo, la zona piloto de Sierra Nevada -mucho mayor- contendría ya una amplia representación de los recursos pascícolas de los agrosistemas mediterráneos de montaña (Fernández, 1995, et al. 1995; Robles et al. 2001). Ello comportó una revisión de los métodos de muestreos, que hubo que diversificar en función de los tipos biológicos dominantes (árboles, arbustos, herbáceas), ajustando los procedimientos de evaluación a las características específicas de cada estrato. Pero los resultados siguieron mostrando la gran aportación de las especies seriales de la flora natural al catálogo de forrajeras.

Volvieron a documentarse elevados niveles de diversidad florística, oferta forrajera y receptividad ganadera, tanto en los pastos desarbolados (10), como en los pinares abiertos (11) y encinares adehesados . No así en los encinares cerrados y pinares densos (Fernández, 1995). Lo que –diferencialmente- permitió establecer esta mayor escala territorial (toda ella objeto de pastoreo) fue la compatibilidad entre las plantaciones forestales y los usos ganaderos, cuando la gestión del territorio abarca a un mosaico de teselas.

En 1991 y 1992, mediante sendos estudios solicitados por la Agencia de Medio Ambiente de Andalucía, se completó la evaluación silvopastoral, de uso ganadero y capacidad de carga de las más de 12 000 ha del Parque Natural de Sierra de Castril (Granada). Este estudio, tanto por su extensión territorial como por el prioritario carácter de dictamen técnico, no sólo contribuyó a ampliar las bases de datos de las forrajeras del sudeste español, sino que confrontaron a la línea de investigación con su capacidad de dar respuesta a las demandas de los gestores del territorio.

Investigaciones en conflicto

El informe final de los estudios llevados a cabo en el Parque Natural Sierra de Castril, enfatiza ya el conflicto en el que se van a mover las investigaciones: La propia Agencia de Medio ambiente –señala el informe, en su preámbulo- mediante una encuesta realizada en los 22 Parques Naturales de sus competencia (…) encuentra que la mayoría percibe enfrentados los efectos económicos sobre la agricultura, ganadería y pesca –que entiende negativos- con los de turismo, comercio y ¡forestal!. Quizá la explicación del recelo encuestado –continúa el informe- resida en que tradicionalmente «forestal» se ha hecho sinónimo de «repoblador» y las repoblaciones, en efecto, aparecen en la encuesta como el segundo problema en orden de importancia. La línea de trabajo -en definitiva- toca con estos dictámenes, fronteras y situaciones «de carne y hueso».

Resulta de especial relevancia –dirá 20 años más tarde el documento oficial del MARM «Evaluación de los Ecosistemas del Milenio»– fortalecer los puentes de colaboración entre investigadores de las Ciencias Biogeofísicas (centrados en estudiar los ecosistemas y sus dinámicas) y de las Ciencias Sociales (más centrados en los grupos humanos y las dinámicas sociales). De igual modo, se hace imprescindible que los sectores científico-técnicos trabajen estrechamente con los gestores y tomadores de decisiones, en un contexto de colaboración mutua (13). Pero en 1991 el equipo científico que aborda el dictamen de la Sierra de Castril es ya muy consciente del riesgo al que enfrenta su línea de I+D. En 2003, los doctores Montserrat, Zorita y González Rebollar denuncian la vigencia de esta situación (14).: los firmantes de esta comunicación –dicen los autores– podemos recordar los momentos en los que la atención del país se volcó hacia los sistemas intensivos de producción. No se previeron las consecuencias demoledoras para el campo español de la desaparición de los sistemas tradicionales, no se supo prever que transcurrido poco tiempo, la atención europea iba a dejar de centrarse en la cantidad de productos obtenidos, para poner el acento en la calidad y que muy poco más tarde, ahora mismo, el objetivo fundamental de la política agraria de la Unión Europea iba a ser la conservación y revitalización del medio rural. El hecho irreducible y obstinado es que se abandonó a su suerte a los grupos que estaban intentando aplicar al campo español, precisamente en sus áreas más desfavorecidas, las virtualidades de la investigación científica. Los componentes de estos grupos sacaron pronto las conclusiones pertinentes. Unos pasaron a ocuparse de temas de mucho mayor lucimiento y rentabilidad inmediata, dentro de la comunidad científica española, algunos otros se refugiaron en la actividad docente para transmitir, al menos, ya que no resultados, inquietudes y preocupaciones a las nuevas generaciones. Finalmente, como era inevitable, otros cayeron en el desánimo (Montserrat et al., 2003).

Volvamos, no obstante, a 1991, a la Sierra de Castril y rescatemos algunas de las cuestiones más relevante de la «inmersión» de I+D en las encrucijadas de la gestión de los pastos. Se trataba de diagnosticar la situación de los mismos, evaluar el impacto ganadero, seleccionar las especies forrajeras nativas de mayor interés, y trasferir los resultados a la Administración. Hablamos de más de 12 000 ha, de más de 120 ganaderos, y de más de 20 500 animales en régimen de pastoreo, con periodos complementarios de descarga en las zonas agrícolas periféricas del parque, pero con una concentración estacional, entre junio y agosto, del 96,5% de la cabaña ganadera en los mejores pastos del Parque. Las conclusiones dejan bien establecidos los problemas de sobrecarga: habiéndose estimado –dice el informe- en 0,7 U.O./ha (15). la capacidad sustentadora, la carga ganadera actual (1,19 U.O./ha) está muy alejada de la que se podría considerar óptima; pero se proponen alternativas: o bien una reducción voluntaria de cabezas, (…) o instrumentar acciones técnicas y políticas que hagan posible el equilibro sin alterar gravemente la actividad de los ganaderos. Se identifican 14 teselas «no útiles al pastoreo» y se documenta un importante número de especies naturales de valor forrajero. En relación con ellas, se propone la creación de zonas de descarga, fuera del parque y la puesta a punto de una tecnología apropiada para su cultivo y revegetación. En definitiva, lo que se propone es una mejora de pastos, que aumente la receptividad ganadera del Parque, un tema siempre aplazado que, sin embargo, no sería difícil de compaginar con los planes de reforestación que periódicamente se anunciaban.

En las vertientes de trasferencia, a este dictamen seguirían los del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar y Parque Nacional de Sierra Nevada (17); en las de investigación más básica, los estudios pascícolas y bases de datos que, entre los años 1993 y 2004: 1) formaron parte del proyecto internacional Evaluation of Local Forage Resources in the Mediterranean Region (18), 2) constituyeron nuestra aportación al proyecto autonómico Inventario de los Recursos Silvopastorales de Andalucía Oriental (19), y 3) se sumaron –desde Andalucía Oriental- a las contribuciones de los restantes equipos españoles del macroproyecto nacional Tipificación, Cartografía y Evaluación de los Pastos Españoles (20). Todo ello en un territorio con valores medioambientales crecientemente reconocidos con la creación de Espacios Naturales Protegidos, y que la Política Agrícola Común (PAC) había clasificado como Zonas Desfavorecidas y Zonas de Agricultura de Montaña (ZAM).

Se empezaban a concretar por entonces las advertencias del Programa 21/CENUMAT (21) en relación con la carencia de programas de asesoramiento para elaborar planes de acción destinados al desarrollo sostenible de las zonas de montaña: programas que fomenten el desarrollo de tecnologías y actividades apropiadas a la capacidad de usos de los recursos, subrayando la urgente necesidad de establecer vínculos entre los sistemas tradicionales de usos de la tierra y las aplicaciones de la ciencia y la tecnología.

Estos cambios de paradigma, que imponen dotar de contenido sostenible a toda iniciativa de I+D para la gestión de las zonas de montaña (22), son ya patentes desde que, en el año 1991, la línea de Pastos y Sistemas Silvopastorales Mediterráneos empieza a responder a la demanda de los gestores del territorio con estudios que sirven para documentar los recursos pascícolas de cada zona y apoyar sus decisiones en evaluaciones científicas contrastables. Y la anticipación a nuevas demandas es lo que determina, en gran medida, las mencionadas etapas de formación en Francia, en la Unidad de Ecodesarrollo del INRA de Avignon. Con el apoyo de la financiación del Conservatoire de la Foret Méditerranéenne y el proyecto CEE-Agroforesterie, allí se participa en las investigaciones de acompañamiento al programa DFCI, particularmente en la vertiente que evaluaba el papel del ganado en la silvicultura preventiva.

El propósito de tales investigaciones es determinar cuáles son las mejores técnicas de evaluación y de seguimiento (Etienne et al, 1995), y abarcan un amplio espectro de situaciones, por toda la región mediterránea francesa (Etienne el al, 1994, Rigolot et Etienne, 1995). Se discriminan, atendiendo a las diferentes tipologías de ganado, los diferentes tipos de pastos y las diferentes modalidades de pastoreo. Abarcan las regiones de Languedoc-Roussillon y Provenza Alpes-Costa Azul. Y se llevan a cabo dos tipos de seguimiento: los denominados ligeros (suivi léger), que llevan a cabo: 1) una evaluación global del estado de la vegetación (cartografía, regeneración del matorral, cobertura, altura media de los arbustos dominantes, y –sintéticamente- fitovolumen, que es el parámetro técnico que orienta las tareas de desbroce del cortafuegos); 2) una estimación de las tasas de consumo del estrato herbáceo (23); 3) un análisis del estado de las siembras de mejora de pastos (cuando las ha habido); 4) una toma de información sobre el calendario de pastoreo; y 5) un análisis de los tratamientos realizados. Por su parte, los llamados seguimientos finos (suivi fin), más precisos y a cargo de los equipos científicos del programa, se realizan en zonas altamente representativas de las condiciones ecológicas y técnicas empleadas, estudiándose: 1) el impacto de los animales sobre el estrato leñoso, 2) la dinámica del combustible, y 3) la dinámica del estrato arbóreo. Todo ello completado con observaciones directas (en parcelas y transectos) sobre la producción de los pastos, la estructura y riqueza florística, así como su respuesta a las técnicas de desbroce empleadas (Etienne, 2001; Etienne y Rigolot 2001).

Áreas cortafuego y pastoreo

Una de las singularidades del manejo ganadero integrado en el programa francés RCC-DFCI es que los objetivos de control de biomasa (y la correspondiente remuneración) atendían a una zonificación enormemente interesante para la operatividad que se persigue. Las denominadas «zonas estratégicas» son las áreas cortafuego, en las que los servicios de extinción deben poder establecerse con total seguridad para (si se diera el caso) combatir directamente el frente del incendio. En ellas, al pastoreo se le exige un fuerte control tanto del estrato herbáceo como del leñoso y, en ocasiones, puede ser necesario realizar operaciones complementarias de desbroce mecánico.

En algunas regiones francesas, como es el caso de Languedoc-Rosellón , estas «zonas estratégicas» se llegan a subdividir en dos subconjuntos: «zonas clave» y «zonas de apoyo». Las primeras corresponden al núcleo central de la zona estratégica y –en términos comparativos- sería lo que nosotros estamos habituados a reconocer como «cortafuegos» libres de vegetación, si bien no suelen tener el trazado rectilíneo que estamos habituados a ver en nuestros montes. En ellos se exige, se evalúa y se retribuye, que el volumen del matorral nunca supere los 500 m3 ha-1. Las «zonas de apoyo» aledañas responden al doble objetivo de reducir tanto la potencia del eventual incendio (antes de que llegue a las zonas clave) como los riesgos de eclosión de focos secundarios. Se pretende implementar en ellas una zona de discontinuidades, tanto horizontales como verticales, reduciendo considerablemente la fitomasa combustible. Lo que se demanda al pastoreo es que la vegetación leñosa no supere los 2.000-2.500 m3 ha-1. La remuneración por hectárea es menor que en el caso anterior, pero se aplica a una superficie mayor.

Por último, se distinguen las «zonas de refuerzo pastoral», cuyo sentido es el de proporcionar al ganado una superficie de pastos, complementaria, mucho más amplia que la estrictamente restringida al área cortafuegos, con el fin de que pueda mantenerse en la zona un amplio período del tiempo y pueda ejercer un control mas continuado sobre las «zonas estratégicas». Estas «zonas de refuerzo pastoral» se corresponderían con amplias zonas periféricas a las zonas estratégicas en la que llevar a cabo un aprovechamiento de los pastos, respetando sosteniblemente la capacidad de carga de los mismos.

A lo largo del tiempo, como señala uno de nosotros (Ruiz Mirazo, 2011), el programa francés RCC (Réseau de Coupures de Combustible) se ha ido constituyendo en un espacio multidisciplinar de trabajo y coordinación que reúne a pastoralistas, investigadores, forestales, administraciones y otros agentes interesados en la prevención de incendios forestales. El acompañamiento científico que ha tenido durante varios años este programa ha permitido evaluar y ajustar las técnicas pastorales aplicadas, así como ofrecer a los gestores forestales información contrastada acerca de la eficacia técnica y económica del pastoreo de áreas cortafuegos. Además, la red de trabajo colaborativo RCC ha puesto en valor y difundido su experiencia mediante una docena de publicaciones técnico-científicas (Étienne and Rigolot, 2001; Rigolot and Costa, 2000; Thavaud, 2009, entre otras) que han abordado distintos temas, como el diseño y el coste de las áreas cortafuegos, el control de la matorralización, o la evaluación del comportamiento de las áreas cortafuegos tras un incendio. Hoy en día, la colaboración continúa con reuniones periódicas y grupos de trabajo que profundizan en aspectos que consideran necesarios para proseguir mejorando la prevención de incendios forestales.

En definitiva, como venimos describiendo, el programa francés RCC-DFCI constituye un referente muy importante para nosotros en el contexto mediterráneo. Pero han existido y aun existen otras iniciativas gubernamentales afines, en el territorio español (Ruiz-Mirazo 2011; Ruiz Mirazo et al. 2007). La Generalitat Valenciana (24), por ejemplo, fue pionera en llevar la idea a la normativa autonómica oficial, creando un programa de fomento del pastoreo en áreas cortafuego con incentivos económicos explícitos (1996-2009 (25)

Iniciativas institucionales

En el año 2005, el Gobierno de Aragón inicia un Plan de Ganadería Extensiva diseñado para fomentar que los recursos ganaderos existentes en los terrenos forestales se gestionen asegurando su sostenibilidad y abriendo su participación a la prevención de incendios forestales. La iniciativa cuenta inicialmente con el apoyo científico del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC) y, a partir de 2008, se extiende a un mayor número de montes. Este Plan no incorpora una remuneración directa a los ganaderos, sino que su servicio se recompensa con dotación de infraestructuras ganaderas, como accesos viales, puntos de agua, cerramientos y otros elementos para facilitar el manejo ganadero (mangas ganaderas, pasos canadienses, rampas de carga, etc.).

En Galicia, desde los años 90 y en el Marco de los Programas Europeos de Ayudas «Agroambientales» se vienen desarrollando y subvencionando acciones de fomento del pastoreo extensivo y mejora de pastos en zonas forestales, que inciden en la prevención de incendios. En el año 2007, se estableció un programa de ayudas de la Consellería de Medio Rural para el Establecimiento de Sistemas Silvopastorales en Montes Vecinales en Mano Común, cuyo objetivo era revalorizar el monte y prevenir los incendios; las ayudas iban dirigidas al cerramiento de los montes, y a confinar los animales, y comportaban un apoyo científico técnico a las Comunidades Vecinales concernidas. Desde entonces, dicho apoyo, lo viene realizando el grupo de Sistemas Silvopastorales de la Universidad de Santiago de Compostela, mediante un convenio con la Consellería de Medio Rural. Paralelamente, esta Consellería tiene habilitada (con el FEADER) una línea de ayudas destinadas a financiar acciones de cooperación al desarrollo de nuevos productos, procesos y tecnologías de carácter agroalimentario, agrícola y forestal. En tal marco ha recibido financiación el Estudio de la eficiencia productiva de distintos cruces de cerdo celta con aprovechamiento silbo pastoral, en el que el grupo de investigación contó con la colaboración de la asociación ASOPORCEL, de razas autóctonas, y del Centro Tecnológico de la Carne de la Consellería de Medio Rural. Con una orientación esencialmente preventiva la Empresa Nacional de Celulosa, y Celulosas de Asturias, vienen financiado en Galicia acciones de establecimiento de sistemas silvopastorales en montes de Eucalipto de la Comunidad (Regueiro et al., 2005).

En Cataluña la implicación del pastoreo con fines de prevención de incendios queda respaldado por el vigente Plan de Desarrollo Rural, que estableció en 2007 una prima a las explotaciones ganaderas que realicen pastoreo de sotobosque en zonas forestales localizadas en los denominados Perímetros de Protección Prioritaria. Además, la Administración catalana promueve diferentes convenios de colaboración con entidades ganaderas y propietarios forestales, con la finalidad de crear y mantener zonas abiertas para la prevención de incendios y la conservación de hábitats. La intervención pública en terrenos particulares se facilita mediante consorcios y acuerdos de colaboración.

En Castilla y León, el conocido como Programa de Desbroces Ganaderos (PDG) ha contado con dos medidas específicas: inicialmente, la medida agroambiental denominada Gestión Integrada de las Explotaciones Ganaderas Extensivas para Actuaciones de Desbroces en Zonas de Prados y Pastizales (BOCyL, 2003) y, posteriormente, la medida Ayudas a Favor del Medio Forestal, que forma parte del Programa de Desarrollo Rural 2007-2013. La esencia del programa es la firma de un contrato territorial de explotación (CTE) por cinco años entre cada titular y la administración forestal. En estos CTE, cada ganadero debe elaborar un Plan Silvopastoral para su explotación, que está suscrito por un técnico competente e incluye un plan anual de desbroces y otras actuaciones (cerramientos, accesos, abrevaderos, abonados, encalados, etc.). El PDG ha permitido disminuir sustancialmente las quemas de pastos en comarcas conflictivas, con descensos de hasta el 80% en el número de incendios en algunas zonas.

Asimismo, el propio Ministerio de Medio Ambiente puso ya en marcha en 1998 los Equipos de Prevención Integral (EPRIF), que trabajan con los ganaderos para aminorar el uso incontrolado del fuego en épocas de riesgo. Los EPRIF, galardonados en 2011 con el premio Batefuegos de Oro a la mejor labor preventiva, desarrollan acciones de sensibilización que culminan frecuentemente en acuerdos para la realización de desbroces y quemas prescritas, que se efectúan en invierno y son controladas por equipos especializados (Vélez, 2007).

La Junta de Andalucía -que ya disponía de la experiencia de la Delegación de Medio Ambiente de Málaga sobre manejo del ganado en actuaciones de prevención de incendios en montes de esta provincia (26)- es la que, a nuestro juicio, ha abordado de forma más completa tanto las alternativas del programa DFCI, arriba descritas (zonificación, evaluación, seguimiento, y retribución), como el sentido integrador (social, económico y técnico) que las preside. Y lo ha hecho en un proceso por fases, que:

1º) Ha aplazado el desarrollo de una normativa oficial al respecto hasta considerar validada la gestión pastoral de áreas cortafuegos de forma experimental (27).

2º) Ha formalizado dicha experimentación mediante un contrato específico con el CSIC, a cuyo Grupo de Pastos y Sistemas Silvopastorales Mediterráneos

solicitó, en el año 2001, el diseño de un proyecto “piloto” que se inició en 2003 (28).

3º) Tras valorar los resultados alcanzados, contrató en el año 2006 una ampliación de los estudios a escalas «reales» de la gestión territorial (29), que derivó en la creación de la »

Red de Áreas Pasto Cortafuegos de Andalucía» (RAPCA) como programa propio de la Consejería de Medioambiente; y,

4º) Nuevamente, tras valorar la utilidad de este programa en sus primeros años, le ha dado un nuevo impulso en 2011, ampliando notablemente la superficie de la RAPCA hasta unas 6.700 ha de áreas cortafuegos, con la contratación de los servicios de 222 ganaderos de todo el territorio autonómico andaluz.

Hablamos, en definitiva, de un marco de colaboración institucional establecido entre el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía (Dirección General de Gestión del Medio Natural), para evaluar el manejo silvopastoral de áreas cortafuegos en Andalucía y que, finalmente, daría lugar a la Red de Áreas pasto Cortafuegos de Andalucía. Esta colaboración ha coincidido, trascendentemente, con la participación del Grupo de Pastos y Sistemas Silvopastorales Mediterráneos en el proyecto europeo Interreg PASTOMED (30) , un foro internacional que aportaría multitud de elementos de fuerza conceptual y vigencia actual del papel de la ganadería pastoral en nuestro entorno europeo mediterráneo (31).

Investigaciones piloto

Las investigaciones piloto, iniciadas el año 2003(32) en una finca de la Comarca de los Altiplanos de Granada (32), abordarían casi todos los elementos de la gestión silvopastoral del programa DFCI que estimamos relevantes. Dos años más tarde se había conseguido: 1) crear un em>Área Pasto-Cortafuegos, que podríamos definir como una zona de baja combustibilidad, ubicada estratégicamente, que es gestionada mediante pastoreo con ganado para contrarrestar el desarrollo natural de la vegetación y así mantenerla en condiciones adecuadas para la prevención de incendios (Ruiz-Mirazo (33), 2011); 2) cambiar, mediante claras irregulares, la estructura de la repoblación en una zona experimental de 38 ha, 33 ha de las cuales (34) han sido manejadas desde entonces sólo mediante pastoreo (Ruiz-Mirazo, 2004; Ruiz-Mirazo et al. 2007); 3) catalogar la flora forrajera local de cara a una posible mejora de pastos; 4) dejar establecido diversos cerramientos y perímetros experimentales para el seguimiento del efecto del ganado; 5) llevar a cabo investigaciones sobre arbustos que pueden servir de «banco de forraje» en momentos críticos del año, así como experiencias de siembras con forrajeras nativas y comerciales; 6) adaptar a nuestras condiciones las metodologías de seguimiento (ligeros y finos) que proponía el programa DFCI; 7) planificar el uso ganadero, diferenciando claramente las zonas criticas, zonas de apoyo, y zonas de refuerzo pastoral, explicadas anteriormente; 8) dar los primeros pasos para formalizar procedimientos de pago por los servicios de pastoreo en áreas cortafuegos; 9) colaborar en aspectos de recuperación del nuevas tierras forestales, conservación de fauna esteparia y necrófaga, y (genéricamente) desarrollo rural; y 10) desarrollar actividades de divulgación y trasferencia en diferentes foros científicos, académicos, técnicos y sociales concernidos en la investigación, gestión y conocimiento de nuestros recursos agrosilvopastorales mediterráneos (35).

En el año 2006, a la vista de los resultados y avances realizados en este primer estudio «piloto», la Consejería de Medio Ambiente demanda extender y evaluar la iniciativa a mayores escalas y condiciones reales de gestión. Es decir, se formaliza la trasferencia del estudio a una mayor escala territorial, una escala que -en principio- concierne a tres espacios naturales de Andalucía (33), pero que –casi inmediatamente- se generaliza a todo el ámbito autonómico con la creación de la RAPCA.

Lo más relevante, a nuestro juicio, de este paso a la escala de gestión es la incorporación a la iniciativa de los ensayos y asistencias técnicas de que disponía, en su Delegación de Málaga, la Consejería de Medio Ambiente. Sin esta incorporación, sin las infraestructuras y medios técnicos, y sin el personal movilizado tanto por la Consejería (delegaciones provinciales y oficinas de los Parques Naturales), como por la empresa pública EGMASA (muy relevantemente, su equipo de campo), la iniciativa científica sobre la que se construye la RAPCA no habría podido ir mucho más allá de los marcos de investigación que le son propios. De hecho, el grupo de investigación del CSIC continuó sus investigaciones sobre los protocolos de seguimiento, el establecimiento de nuevas zonas de control, el desarrollo de formulas retributivas a los ganaderos, el estudio económico comparativo del coste del pastoreo versus los desbroces mecánicos, amén de otras labores de investigación y divulgación (36)(Varela et al.2007, 2008).

En todo caso, la colaboración interinstitucional a esta segunda escala de trabajo no ha alcanzado todavía dos de los (para nosotros) aspectos más relevantes de la iniciativa del DFCI, aspectos que sí ha desarrollado el primer estudio, a escala piloto (32): los cambios de estructura de la masa forestal en la creación de un área pasto-cortafuegos y las mejoras de pastos. Tampoco desarrolla (ni uno ni otro proyecto) el establecimiento de umbrales de cantidad de biomasa potencialmente combustible, a partir de los cuales el riesgo de incendio es excesivo, y que ayudarían a decidir de forma objetiva el momento en el que la acción del pastoreo debe complementarse con una actuación de desbroce de matorral. En cambio, sí se han podido promover dos iniciativas relevantes a escala de gestión, ambas derivadas de nuestra participación en el Interreg PASTOMED (de cuyos aspectos científicos en Andalucía (37) fuimos responsables): las palabras clave que mejor resumirían su sentido serían formación y transversalidad.

Formación y transversalidad

Formación, porque derivadas de las experiencias internacionales conocidas a través del referido Interreg, en una jornada sobre manejo sostenible de la ganadería en parques naturales (38)se planteó a la Dirección General de Gestión del Medio Natural (DGGMN) la conveniencia de desarrollar en Andalucía una Escuela de Pastores. A propuesta de dicha DGGMN, la fundación Gypaetus llevó a cabo una importante labor de promoción al respecto en años sucesivos, con el objetivo último de fortalecer y revalorizar la figura del pastor, para lo que una formación profesional adecuada y moderna resulta indispensable. La Escuela de Pastores de Andalucía celebra actualmente su segunda edición, bajo el liderazgo conjunto de las Consejerías de Agricultura y de Medioambiente y con el firme apoyo del sector ganadero.

Transversalidad, porque el ámbito participativo, multisectorial y trasversal del Interreg PASTOMED ha estado desautorizando, a lo largo de todo su desarrollo, las dificultades de entendimiento de muchas de las posturas sectoriales (agrícolas, ganaderas, forestales, medioambientales, ecológicas, culturales o económicas), que han de conjugarse en una iniciativa como la que estamos describiendo, en la cual la ganadería pastoral trasciende fronteras y plantea retos que sólo pueden ser abordados en conjunto y en paridad. Fruto de este convencimiento, parte de los impulsores científicos, técnicos, gestores, y sociales que nos hemos ido encontrando a lo largo de la iniciativa interinstitucional sobre la que se ha cimentado la RAPCA, hemos participado en la creación de una Asociación (39), explícitamente trasversal y orientada, como dicen sus estatutos, a dar un mayor respaldo y atención al sector de la ganadería extensiva, necesarios para su fortalecimiento y adaptación a las nuevas demandas sociales, como son los productos de calidad ligados al territorio y beneficios ambientales tales como la reducción del riesgo de incendios o el fomento de la biodiversidad.

IV Reunión del Grupo de Trabajo sobre Sistemas Agroforestales de la SECF

Dando un contenido explicito a gran parte de los aspectos considerados en este texto, dicha Asociación ha organizado junto con la Sociedad Española de Ciencias Forestales (SECF), la Estación Experimental del Zaidín (EEZ-CSIC), la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, y el Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (IFAPA), la IV Reunión del Grupo de Trabajo sobre Sistemas Agroforestales de la SECF, bajo el ítem el papel de la ganadería extensiva en la silvicultura preventiva y la gestión del medio natural. A sus sesiones, celebradas en Granada en octubre de 2011, han asistido cerca de medio centenar de participantes, entre los que se cuentan miembros de 20 universidades españolas, técnicos de 5 consejerías, científicos de 17 centros de investigación, así como profesionales autónomos y consultores.

En los debates que acogió esta Reunión ha sido muy relevante el hecho de sabernos a las puertas de una nueva actualización de la PAC, con todo lo que ha venido representado históricamente de «simplificación», cuando no de simplismo, hacia los sistemas rurales extensivos del sur de Europa. Pero la PAC carece de una política diferenciada al respecto, y son excepcionalidades como las declaraciones de Zonas Desfavorecidas o las de Zonas de Agricultura de Montaña (ZAM) las que acaban por «ponernos en el mapa», dejando asociado, sutilmente, gran parte de lo meridional con marginal. Pero no hay que acudir a valoraciones exógenas para lamentarnos de ello, pues nosotros mismos debemos interesarnos por lo que nos es propio. La razón de ser y el significado actual de nuestros sistemas agrosilvopastorales han sido el núcleo de la mayor parte de las intervenciones y ponencias. Por la perspectiva general desde la que abordan el papel de la ganadería extensiva en la gestión del medio natural, recogemos una breve reseña de las dos ponencias marco desarrolladas en esta Reunión.

Ponencias destacadas de la Reunión de Granada

José Ramón Guzmán Álvarez, Jefe del Departamento de Restauración de Ecosistemas de la Dirección General de Gestión del Medio Natural, desarrollo su ponencia desde las vicisitudes históricas que han conducido a los montes andaluces hasta hoy, advirtiendo lo inmediato de un pasado rural que, con frecuencia, nos parece lejano, lo que dificulta la comprensión de muchos rasgos relevantes de nuestro entorno natural, que sólo podemos comprender teniendo en cuenta la enorme impronta humana en el paisaje, la de sus usos agrarios, ganaderos, y forestales; y -aún mucho menos tenida en cuenta- la del dominio y empleo ancestral del fuego, o la –casi imperceptible razón- de algunos elementos culturales, místicos y espirituales, que en muchas ocasiones son el legado de los diferentes pobladores que llegaron al Sur desde otras tierras (40), que los trajeron consigo como señas de identidad. Y, mucho más atrás en el tiempo del hombre -no en el tiempo del paisaje- la de los testimonios paleontológicas que aportan los yacimientos de las faunas pliocuaternatio de nuestro pasado, altamente determinantes de algunos aspectos biológicos y adaptaciones pasto-herbívoro de nuestra flora. Los montes de hoy en día son el resultado de esta historia natural y cultural, el punto de partida de las actuaciones que sobre ellos se llevan a cabo y se diseñan para el futuro próximo o lejano y que conforman la historia de los montes del mañana.

Álvaro Picardo Nieto, Asesor de la Dirección General de Medio Natural de la Junta de Castilla y León, puso de manifiesto la necesidad de emplear los abundantes productos forestales como recurso energético y pastoral, al objeto de proporcionar un adecuado manejo a las masas creadas tras la intensa actividad repobladora del pasado siglo, lo que permitiría capitalizar nuestros montes y disminuir el tan temido riesgo de incendios. Destacó, asimismo, la necesidad de trascender las aproximaciones puntuales a las que nos abocan nuestras fragmentadas escalas y especialidades de trabajo en favor de una revisión integral del papel de la ganadería extensiva en la gestión de nuestro entorno natural, y propuso la articulación en nuestro marco político de un Programa Silvopastoral Nacional, que revitalizaría las funciones social y económica de nuestros montes para evitar su degradación en el Siglo XXI: una propuesta que ha hecho suya, e incluye en sus conclusiones finales, la IV Reunión del Grupo de Trabajo sobre Sistemas Agroforestales de la Sociedad Española de Ciencias Forestales.

Concluimos, así, con la referencia a este encuentro profesional sobre el papel de la ganadería en la silvicultura preventiva y la gestión del medio natural, la reseña de la trayectoria de I+D que nos ha traído hasta hoy desde el año 1986: cuando nuestros agrosistemas estaban a punto de recibir el primer impacto de la PAC, consecuencia de nuestro ingreso en la CEE (hoy Unión Europea). Nos encontramos en la actualidad a las puertas de una nueva revisión de la PAC, pero esta vez no podremos argumentar que no hemos tenido tiempo de prever consecuencias. La trayectoria que ha guiado el texto nos parece un buen ejemplo de transferencia en el sentido de fomentar el desarrollo de tecnologías y actividades apropiadas a la capacidad de usos de los recursos, como subraya la Cumbre de la Tierra(22): subrayando la urgente necesidad de establecer vínculos entre los sistemas tradicionales de usos de la tierra y las aplicaciones de la ciencia y la tecnología. Sobre todas las rupturas que ha vivido el campo –destaca Izquierdo (2008)- planea como desencadenante principal el triunfo de lo urbano sobre lo rural, hasta tal punto que nuestra moderna sociedad urbana desconsidera en lo político, lo social y lo cultura,l la función y el papel que juega el campo en la provisión de alimentos y desconoce el que podría jugar en la gestión de la naturaleza y en la conservación de recursos naturales. Nuestro texto, en su lectura más inmediata, ha focalizado la mayor parte de su atención en una propuesta de silvicultura preventiva que enfatiza el papel del pastoreo en la protección del monte, traduciéndose en multitud de modelos locales de agricultura de proximidad, con relevantes aspectos de innovación técnica, metodológica y conceptual, orientados a revalorizar nuestros agrosistemas más extensivos, dando algunas respuestas a muchos paradigmas de sostenibilidad, desarrollo y conservación que forman parte de nuestras aspiraciones colectivas. Pero lo «preventivo» admite también proyecciones más amplias que las que aquí le restringimos en trono a los riesgos de incendios: el fomento de tecnologías y actividades silvopastorales apropiadas a la capacidad de usos de nuestros recursos extensivos, estableciendo vínculos entre los sistemas tradicionales de usos de la tierra y las aplicaciones de la ciencia y la tecnología es generador de muchas variantes locales de agricultura de proximidad, en las que la diversidad de usos y la diversidad biológica son piezas trabadas de un puzzle coevolutivo cuyo valor de conservación está estrechamente ligado a los modelos tradicionales de explotación agro-silvo-pastora(15).

Notas

(1)Dispositif agroenvironnemental appliqué à la prévention des incendies de foret en la région méditerranéenne: résultats de 20 ans de réalisations et propositions pour l’avenir. Réseau Coupures de Combustible nº 11, Juin 2006. http://www.ofme.org/documents/textesdfci/rcc11.pdf

(2) En 1985, en la Estación Experimental de Zonas Áridas. CSIC. Almería

(3) La línea nace dándole contenido al estudio Planificación ganadera de zonas áridas del sudeste ibérico: subproyecto del Programa de investigación sobre procesos de degradación y restauración de zonas de montaña y bosque mediterráneo. Contribución del CSIC al proyecto LUCDEME (1988-92).

(4) De hecho, la mayor parte los datos existentes hoy sobre estos recursos pascícolas del sudeste proceden de los trabajos y publicaciones de esta línea. También algunas de las metodologías, valores y algoritmos usados por otros autores y Consulting.

(5) Entiéndase conjunto de plantas propias de espacios altamente humanizados, zonas viarias, y tierras agrícolas descuidadas o abandonadas. Incluye plantas a las que, genéricamente, suele llamarse «malas hierbas».

(6) Entiéndase conjunto de plantas de la flora local a las que – desde consideraciones sucesionistas de dinámica vegetal- se considera actores de la recuperación (espontánea o semi-espontánea) de la cubierta vegetal natural.

(7) Índice de Shannon-Weaver calculado con log2

(8) Mediante estudios de campo y análisis retrospectivo de fotografías aéreas (1956, 1977 y 1988)

(9) Anthyllis cytisoides, A. tetraphylla, A. vulneraria argyrophylla, Astragalus hamosus, A. sesameus , Biserrula pelecinus,Coronilla scorpioides, Chronanthus biflorus, Dorycnium pentaphyllum, Genista umbellata, Hippocrepis ciliata, Lathyrus angulatus, L. clymenum, Lupinus angustifolium, Medicago hispida polymorfa, M. littoralis breviseta, M. littoralis inermis, M. littoralis longiseta, M. polymorfa polymorfa, M. rigidula, M. trunculata tribuloides, Ononis natrix natrix, O. reclinata, Ornithopus compressus, Psoralea bituminosa, Retama sphaerocarpa, Scorpiurus muricatus, Trifolium angustifolium, T. arvense, T. campestre, T. cherleri, T. glomeratum, T. scabrum, T. stellatum, T. tomentosum, Trigonella monspeliaca, Ulex parviplorus, Vicia angustifolia, V. articulata V. lutea lutea, V. monantha monantha, Vicia sativa amphicracca. (Nota, en esta relación conservamos la taxonomía de 1990).

(10) 3.06-3.63 bits, 1.581-2.995 kg de Materia Seca/ha/año y 0.8-1.1 cabras/ha/año, respectivamente.

(11) 2.95-3.05 bits, 1.535-1.753 kg de Materia Seca/ha/año y 0.4-0.6 cabras/ha/año, respectivamente

(12) 3.20-3.81 bits, 1.310-2.613 kg de Materia Seca/ha/año y 0.7-0.9 cabras/ha/año, respectivamente

(13) Evaluación de los Ecosistemas del Milenio de España (2011). La Evaluación de los Ecosistemas del Milenio de España. Síntesis de resultados. Fundación Biodiversidad. Ministerio de Medio Ambiente, y Medio Rural y Marino.

(14) XLIII Reunión Científica de la Sociedad Española para el Estudio de los Pastos (SEEP). Granada, Parque de las Ciencias, del 26-30 de Mayo del 2003

(15) U.O. = Unidades Ovinas (Susmel el al., 1987)

(16) Cartografía y Evaluación de la Vegetación del Parque Natural de Cabo de Gata-Nijar. y Análisis de los Pastos y Evaluación de la Capacidad Sustentadora del P. N. de Cabo de Gata-Nijar, ambos para el Sistema de Información Ambiental de Andalucía. Junta de Andalucía. (2 Memorias y 27+27 mapas 1:10.000) 1995-1997

(17) Caracterización, análisis y dinámica de los sistemas silvopastorales del Parque Nacional de Sierra Nevada. OAPN. Ministerio de Medioambiente. 2003-2006

(18) Evaluation of Local Forage Resources in the Mediterranean Region. CAMAR EC/DG.VI : 8001 -CT90-0022. 1991-1994

(19) Inventario de los Recursos Silvopastorales de Andalucía Oriental como base para la gestión ganadera. Centro de Investigación y Formación Agraria (CIFA). Consejería de Agricultura. Junta de Andalucía 2002-2003

(20) Tipificación, Cartografía y Evaluación de los Pastos Españoles. INIA. 2000-2004

(21) Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo Río de Janeiro del 3-14 de junio de 1992

(22) Término que prácticamente podemos generalizar a todos las Zonas Desfavorecidas y ZAM de la PAC en Andalucía Oriental.

(23) Mediante un rango estimativo desarrollado al efecto.

(24) em>Orden de 21 de junio de 1996 de la Consellería de Agricultura y Medioambiente, por la que se establece un régimen de primar compensatorias para el control del pasto y matorral en áreas cortafuegos de la Comunidad Valenciana y boalares de la provincia de Castellón, mediante pastoreo controlado, y se convoca la concesión de primas compensatorias para el ejercicio 1996. Diario Oficial de la Generalitat Valenciana, Nº 2.792, 16/07/1996, pp 8.339-8.345. Le siguen órdenes y resoluciones de este tipo en 2002, y 2007 disposiciones.

(25) A partir del 2010 quedan interrumpidas.

(26) Varias de ellas objeto de seguimiento técnico mediante Trabajos Fin de Carrera de alumnos de la Universidad de Córdoba. Asimismo, en 1996 se había desarrollado una asistencia técnica con la empresa Agroforesta Consultores S. A. para la obtención y tabulación de datos sobre pastoreo controlado en labores de prevención de incendios forestales,

(27) Hasta el año 2005 no se hace explicita una resolución oficial, por parte de la Consejería de Medioambiente (Dirección General de Gestión del Medio Natural) de la Junta de Andalucía, que autoriza la entrada de ganado en los montes para fines de prevención de incendios y se financian inversiones de infraestructuras pastorales que resulten operativas al efecto. Y se establece la posibilidad de que Egmasa, la empresa pública de la Consejería de Medio Ambiente, llegue a acuerdos económicos para la prestación del servicio de pastoreo con los titulares de los rebaños.

(28) Las áreas-pasto-cortafuegos como experiencia de silvicultura preventiva en los espacios forestales mediterráneos. CMA/EGMASA- EEZ/CSIC (2003-2010).

(29) Estudio y Seguimiento de la red de cortafuegos de Andalucía en los Parques Naturales de Sierra Nevada (Granada-Almería), Los Alcornocales (Cádiz) y Sierra de las Nieves (Málaga). CMA/EGMASA- EEZ/CSIC. 2006-2010

(30) Tradition et modernité du pastoralisme: reconnaissance de ses multiples roles dans le développement durable des territoires méditerranéens: Interreg IIIC SUR. PASTOMED. 2005-2007

(31) La Asociación Francesa de Pastoralismo, aprovechando la celebración de los 40 años de la Ley Pastoral, prepara estos días una jornada monográfica sobre pastoralismos europeos para el próximo 1 de marzo de 2012, en coincidencia con el Salón Internacional de la Agricultura de París. En esta jornada se llamará la atención de la sociedad europea sobre la importancia de promocionar y defender los sistemas ganaderos extensivos, de cara a la nueva PAC que se está gestando. PASTOMED realizará una presentación conjunta, en tales términos, a través de un documento de síntesis de los cinco países integrantes del proyecto Interreg (Francia, Italia, Portugal, Grecia y España)

(32) La finca Cortijo Conejo y Albarrán, de 890 ha, pertenece al término municipal de Guadix. Se encuentra situada entre los 800 y los 1.100 m de altitud, en los glacis y parameras que enraízan en la aledaña Sierra de Baza. Son tierras agrícolas en abandono, con un promedio de 306 mm. de lluvia al año, una temperatura media anual de 13.3º C, y una fuerte continentalidad. Pertenece a la Junta de Andalucía desde 1993, y entre los años 1994 y 1996 fue parcialmente repoblada con Pinus halepensis, en densidades de 1.500 a 2.000 pies/ha y un 5% de Quercus rotundifolia.

(33) http://digital.csic.es/handle/10261/35848

(34) Las 5 ha restantes se han mantenido excluidas al pastoreo, como áreas testigo, y en ellas se ha podido seguir el efecto físico de la apertura del pinar en términos de agua en el suelo, radiación, viento, evaporación, etc.

(35) Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), Universidad Internacional Menéndez Pelayo, Universidad Internacional de Andalucía, diversas Universidades españolas, Instituto de Investigación y Formación Agrarias de Andalucía (IFAPA), Congreso Forestal Mundial, Congreso Forestal Nacional, cursos de doctorado, seminarios técnicos y académicos, entidades locales, asociaciones agrarias y medios de comunicación.

(36) Se dirigirán 4 tesis doctorales y un amplio número de publicaciones, conferencias, ponencias congresuales y cursos de formación.

(37) Única autonomía española participante en el Interreg IIIC SUR. PASTOMED. 2005-2007

(38) Jornada técnica sobre ganadería y parques naturales. Siles, Jaén, 06/02/2006

(39) Pastores por el Monte Mediterráneo: http://www.pastoresmonte.org/

(40) El ponente enfatiza el ejemplo de la presencia en las tierras del norte de Granada (Huescar) de la compuesta Carlina acanthifolia (yerba de broxas. en Aragón)

Jabier Ruiz-Mirazo

Estación Experimental del Zaidín. CSIC. Granada

Asociación Pastores por el Monte Mediterráneo. Granada

http://www.revistaambienta.es/